«Construir una buena autoestima en nuestros hijos»
Algunos padres llegan a consulta preocupados porque escucharon a sus hijos decir frases
como: “No soy bueno en nada, hago todo mal, soy un bobo”.
Elementos que son alerta en los padres porque ven que sus hijos se están juzgando de una
forma muy negativa.
A veces son situaciones puntuales que no están pudiendo resolver con algún amigo o
compañero en el colegio o con alguien de la familia, y otras más preocupantes son cuando ya
comienzan a darse habitualmente este tipo de comentarios donde se juzgan tan duramente.
En estos casos, hay que afinar la mirada para ver de dónde toman esta vara tan alta para
medirse. Sin darse cuenta algunas veces son los mismos padres que de alguna manera lo están
generando con determinadas conductas o algún modelo desadaptativo que están
trasmitiendo. Esto no es algo que los padres hagan a propósito ni mucho menos, sino que a
veces, en su afán por corregir y educar a sus hijos, pueden repetir algunos modelos aprendidos
que no están resultando beneficiosos.
Los niños nacen con un temperamento que viene dado genéticamente, pero su carácter se va
formando con las interacciones de las personas significativas de su vida y los primeros años
son la base para el desarrollo de su posterior personalidad. Por eso, es importante todo lo que
les trasmitimos desde que nacen y las experiencias que van teniendo. Ellos vienen como un
cuaderno en blanco donde van a “escribir” todos sus aprendizajes. Las personas a cargo del
niño van a ser fundamentales en este desarrollo.
Los padres podemos ayudar a construir una sana autoestima en nuestros hijos.
Cuando son muy chicos ellos no razonan tanto sobre sí mismos, pero sí son capaces de darse
cuenta si hacen cosas que sus padres aprueban o no. Lo notan por ejemplo si cuando se
equivocan los demás lo toman como algo menor o lo ven como algo grave, si se sienten
queridos y aceptados a pesar de tener errores, si sienten miedos en las situaciones o se
sienten seguros.
En general cuando un niño es más seguro tiene mejores relaciones con los demás.
Los padres pueden ayudar en este proceso, por ejemplo: cuando un chico se equivoca es
bueno no corregirlo delante de los demás, ni hacerlo sentir mal por ello. Una cosa es ser
responsable de sus equivocaciones y otra es sentirse culpable.
Otro aspecto importante es que las exigencias sean acordes a su edad, a veces los papás son
sobre exigentes y se olvidan de que los chicos no van a actuar de manera idónea sino de
acuerdo con la edad que tienen. Si les pedimos cosas que son extremadamente difíciles van a
sentirse muy frustrados, porque sienten que no están a la altura de las expectativas de sus
padres. Tampoco hay que compararlos con otros chicos, van a sentir que no son buenos en
relación con alguien más.
La mirada de los padres en los niños chicos es sumamente importante para su autoestima.
Hay que ayudarlos cuando tengan obstáculos, lo cual no quiere decir resolvérselos. O reforzar
sus intentos de resolución en la medida que sean adecuados.
Enseñarlos a que no permitan faltas de respeto ni agresiones de nadie. Así como ellos
tampoco deben de realizarlas. A veces, vemos un doble discurso de no permitirlas, pero a
costa de tener conductas agresivas ellos también, esto no es positivo. Hay que educarlos en la
asertividad.
Cuando vamos a corregirles algo, nunca referirse a ellos haciendo un juicio sobre su persona
sino referirnos a su conducta, si hizo algo mal no hacer un juicio negativo, por ejemplo: “Sos un
desprolijo, un irresponsable”, sino decirle frases como: “Mi amor, vos podés realizarlo mucho
mejor”. Esto es una gran diferencia entre trasmitirle un concepto negativo hacia su persona o
señalarle su potencial de mejorar su conducta.
Siempre ver todo el cuadro completo y no quedarnos solamente con lo que no está bien. Por
ejemplo: si hizo un dictado en el colegio y sacó 5 faltas, no hacer hincapié en eso nada más,
sino también en todas las palabras que escribió bien. Para que perciba sus fortalezas y no sólo
sus errores. Lo mismo para cualquier conducta que queramos corregir, ya sea de sus hábitos
en la casa, o deportivos, o de cualquier índole.
Esto no implica mentirles sobre algo que no hicieron bien, sino simplemente ver toda la acción
completa y a partir de allí ayudarlos a mejorar.
Darles certeza que siempre los queremos y esto no varía si hacen las cosas bien o mal.
Otro factor fundamental son las expectativas de esos padres sobre ellos, aceptar que los hijos
no van a ser perfectos, bajar expectativas extremas y valorarlos como son, es la mejor forma
de que ellos también se valoren y se quieran. Muchas veces los padres tienen que revisar su
propia autoestima para ver si no los están cargando a ellos con la responsabilidad de ser su
proyecto personal de tener hijos perfectos. Es mejor en esos casos buscar otro tipo de
proyectos personales en otros lugares y sacarles esa presión.
Intentar mantener siempre abierta la comunicación y el diálogo, es la mejor herramienta para
detectar si hay problemas a tiempo.
Ps. Silvia Cardozo
Terapia Cognitivo Conductual (adolescentes y adultos)
Cel: 099 18 39 50
ZONABARRIOS
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Camino de los Horneros km 1.5