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«Las redes sociales y la felicidad»

Son dos conceptos que están puestos juntos irónicamente
en el título, porque la adicción que estamos teniendo a las
redes está lejos de ser felicidad.

 

Lo que nos da es una descarga de un neurotransmisor (Dopamina) asociado a la sensación de felicidad. ¿Pero qué cosas son las que provocan esa descarga? Cada vez que tenemos un nuevo like en una foto, cuando nos contacta alguien, cuando tenemos comentarios en una publicación, cuando siguen tu cuenta, nos ponen emoticones, nos etiquetan en una reunión, sumamos nuevos seguidores en Instagram, Facebook, Tik Tok, etc.
Todos son comportamientos que hace que estemos con expectativa de cuándo se van a dar. Y a su vez, nos mantienen atados porque si tenemos éxito con algunos, vamos a poner más para seguir generando esas respuestas y así sucesivamente. Pasamos a ser esclavos de ese mecanismo.

En psicología conductista es el clásico condicionamiento de intervalo variable, no sabes cuando va a venir pero te genera la expectativa de que en algún momento va a pasar. Entonces sigues pendiente, prestando atención y dejando valioso tiempo de tu vida, que se lo robas a tu pareja, familia, trabajo, amistades, horas de descanso, etc.

Estamos acostumbrados a ir por la calle y ver a la gente caminando mientras miran su celular, ir a cenar con amistades y estar pendientes de él, viendo fotos para subir, para enviar, para comentar, para admirar, para corregir, para dar like, para compartir. ¿Cuánto tiempo real robamos del verdadero vínculo con las personas
que tenemos enfrente a nosotros? ¿Les preguntamos acerca de su vida y tenemos una charla valiosa? Creo que si lo pensamos bien, es más frecuente que le estemos dedicando más tiempo a cómo vamos a sacar la foto, dónde la vamos a publicar, a quién vamos a etiquetar, cómo salimos, qué comentarios pusieron, etc. ¿Podemos decir entonces que somos más felices? ¿En eso se ha transformado nuestro concepto de felicidad? ¿En cuánta aceptación tengo en las redes?

Y si eso pasa con los adultos que no hemos nacido en la era de la tecnología, qué dejamos entonces para los niños que sí lo han hecho, cuando lo primero que les regalamos son pantallas y celulares para que estén entretenidos. En consulta se ven un gran número de adolescentes adictos a sus celulares, pasan horas conectados sin darse cuenta y se irritan cuando se los insta a dejarlos, o los dejan para pasar a la computadora, están hiperconectados.

El ejemplo que los padres le damos no los ayuda en absoluto, no les trasmitimos cómo regularse ni por dónde pasan las verdaderas cosas importantes de la vida.

Deberíamos poder regular y administrar bien el tiempo que
pasan los chicos (y los padres) con la tecnología, propiciar otro tipo de entretenimiento y actividades diferentes
para compartir verdaderamente con el otro, ser más empáticos y menos adictos. Y esa labor es parte de la
educación que los padres debemos de darle a nuestros hijos si queremos que sean verdaderamente felices y no
adictos a la sensación de felicidad que genera una descarga de adrenalina o de dopamina.

Estamos criando chicos que están siendo programados cada vez másy desde tan temprana edad para pasar la mayor parte de su tiempo frente a una pantalla. Muchas veces no duermen por estar conectados, no descansan, ni el cerebro ni la vista. Y todo esto se aleja bastante de la felicidad.

Es igual a cualquier otra adicción, te va comiendo la vida sin darte cuenta.

Esto sin entrar en todos los riesgos que trae en cuanto a los contactos peligrosos que pueden tener, falsos perfiles, etc. Los padres siempre deberían monitorear las conversaciones y publicaciones de los menores.

¿Por qué es que se da esta adicción tan rápida? Porque está pensado para que así sea. ¿Cómo nos volvemos
adictos a esa descarga de placer inmediato? Cuanto más conectados estamos, más información estamos dejando en el sistema sobre qué nos llama la atención, qué cosas consumimos más en internet. Y así, quienes se dedican a esto cada vez saben más qué debe aparecernos en las publicaciones para que pasemos más tiempo colgados de las pantallas.

¿Cuántas veces buscaron información sobre algo y después sin volver a buscarla aparecen muchos más artículos o publicaciones relacionadas sobre ese tema? Es porque cuando la buscaron el sistema capta dónde esta tu interés y así te bombardea con esto. Y consigue de esta forma captar más tu atención y hacer que le dediques más tiempo.

Todo esto persigue siempre un interés económico que no estamos siendo conscientes. Les damos información sobre nosotros y tiempo de nuestra vida y ellos así maximizan sus publicaciones y sus aplicaciones para vendernos más eficazmente. ¡Pueden predecir nuestra conducta! Pero el real problema no es el precio en dinero que pagamos, sino la cantidad de tiempo de vida que dejamos atrás de esto. Y el costo de nuestra verdadera felicidad.

Los grandes genios que programan las redes se dedican a hacer que sea cada vez más rápida la “recompensa de falsa felicidad” y así más adicto nos hacemos.

Al generar esa satisfacción inmediata es muy difícil competir con ella, porque jugar con tus hijos, pasar un rato con tu pareja, salir a pasear, son todas situaciones que tienen una respuesta de satisfacción que muchas veces no es instantánea, que demora más. De hecho, a veces puede pasar que en ocasiones hasta pueda ser frustrante. Pero es parte de la vida y lo que tenemos que pasar.

Una vez que entendemos cómo funciona este mecanismo, es que estamos en condiciones de manejarlo nosotros y no dejar que nos manejen. Pongamos límites. Aprendamos a regularnos, priorizar los vínculos, los tiempos pasados con las personas reales de nuestra vida cotidiana, otras rutinas, otras actividades, que no estemos pendientes de la aprobación de una red social o una aplicación, ni que sea la única forma de entretenernos. Por nuestro bien y por el de nuestros hijos.

Podemos controlar nuestra conducta, no es algo imposible de realizar, depende de nosotros.

ZONABARRIOS
Revista@zonabarrios.uy
Camino de los Horneros km 1.5

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