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Rama y las vueltas de la vida… a toda velocidad

Tres veces campeón nacional de Superturismo, Fernando Rama corre desde niño y cada vez le gusta más el deporte, pero lo analiza con claridad y detalle, habla de su perseverancia y cómo enfrenta con respeto los riesgos de su profesión

Para Fernando Rama, el automovilismo es una pasión «inexplicable» que lo conquistó cuando niño y ya no lo dejó. Corrió en diversas categorías en América del Sur, Europa y Estados Unidos. Tres veces campeón nacional de Superturismo (2012, 1013 y 2015), peleó el título 2019 hasta la última prueba. Pero además analiza e interpreta su actividad con claridad y detalle, al punto que el lector puede sentirse su copiloto mientras él mete el cambio, acelera y encara la recta.

La primera vuelta con Fernando es el origen de su pasión por el automovilismo. «Es medio inexplicable porque a mi familia directamente no le gustaban los autos. Tal vez algo genético, porque un primo de mi padre, José Arijón Rama, era representante de BMW y llegó a correr. Pero nada más, mis padres por ejemplo se dedicaron al comercio. Luego que empecé en esto les gustó, pero antes nada. Es la pasión, como el niño que quiere ser bombero. A los nueve años empecé a manejar. Siempre vivimos en las afueras de Montevideo y ahí, en calles de tierra, empecé con mi hermano, que me ayudó. Con un almohadón grande me senté al volante y fui solo por los caminos. Cuando manejaba mi padre no miraba para afuera sino lo que él hacía para manejar. De chico me daba mucha ilusión poder manejar yo un auto, ir solo hacia algún lado. También miraba carreras por la televisión, Y es hasta hoy que me sigue ilusionando ir a una carrera, ver los autos. Es difícil de explicar si no es por la pasión. Y no me aburre, sino que me gusta cada vez más. Además, le debo mucho a este deporte, ha formado mi personalidad, porque desde muy chico me lo tomé profesionalmente».

En la segunda vuelta repasa sus comienzos. «Después de insistir mucho mis padres me llevaron a iniciar con el karting. Me acuerdo como si fuera hoy. Me llevaron con la escuela de karting que tenían Carmelo y Flavio Bonavena. El primero que me ayudó a acomodar los pedales fue Carmelo, a quien reconozco y quiero mucho a él y toda su familia. Fue algo increíble. Ahí me inyectaron el bicho que me atrapa hasta hoy».

En la tercera vuelta Rama pisa el acelerador y cuenta su trayectoria. «En 1993 empecé a correr y en 1996 ya estaba corriendo afuera, en Brasil. Me dedicaba solo a eso. En 1997, con 17 años, me fui a Estados Unidos, donde inicié mi carrera en monopostos en la Fórmula Dodge. Pasé muy bien allá, terminé tercero en el campeonato. Me gusta el automovilismo americano. Por ahí con el diario del lunes me tendría que haber quedado en Estados Unidos y hacer mi carrera ahí. Pero en 1998 volví para correr Fórmula 3 Sudamericana, lo que repetí en 1999, y fui vicecampeón en las dos temporadas. Hice alguna carrera puntual en Estados Unidos y en otras categorías también. Luego me fui a Inglaterra, donde corrí la Fórmula Renault inglesa, con 20 años. Estuve viviendo allá, corrí con Kimi Räikkönen, que después fue campeón mundial de Fórmula 1. También había competido con Felipe Massa cuando corríamos en karting. No me fue muy bien en Inglaterra y entonces regresé a Uruguay. Estuve un año haciendo algunas carreras, ya en autos con techo, Superturismo, pese a que no tenía experiencia en ese tipo de coches. En 2002 me fui a correr Fórmula 3 a España. Hice algunas carreras y cuando se complicó todo en Uruguay y el dólar aumentó mucho, nos quedamos sin presupuesto y nos tuvimos que volver. Todo en mi carrera lo hice gracias al apoyo de muchos patrocinadores pero especialmente dos, Ancap y Pintos Risso. Además, una cantidad de gente me apoyó y en especial mi familia, que siempre estuvo acompañándome porque era muy chico».

La cuarta vuelta trae algunos problemas y hay que buscar alternativas. «El 2002 fue difícil y en 2003 no corrí. Tuve que aceptar que no podía mantener el sueño de dedicarme solo a correr. Entonces inicié un proyecto empresarial, que es al que me dedico hoy, que es Upostal. Desde entonces acompaño la actividad empresarial con la deportiva. Actualmente corro solo en Superturismo, apenas paré en 2006 y el resto corrí ininterrumpidamente. Hace poco corrí una prueba de TC 2000 en Argentina, fue una oportunidad que se dio y que no quería dejar pasar. Hoy con 40 años, sigo y viendo qué pasa. Gané tres veces el Campeonato Nacional de Superturismo y varios subcampeonatos».

En la quinta vuelta hay tiempo para evaluar lo realizado. «No sé si logré muchas o pocas cosas en mi carrera, siempre fui muy exigente conmigo mismo, no soy de alimentarme el ego ni hablar para afuera. Me hubiera gustado conseguir muchos más resultados. Me considero un piloto que no tuvo nada fácil. Lo poco o mucho que logré lo hice golpeándome mucho y trabajando mucho. Nunca tuve un campeonato fácil o una carrera fácil. Supongo que si tengo algo de talento también lo he reforzado trabajando mucho, siendo muy perseverante. Si tengo un don, es mucha perseverancia. Y no frustrarme en las derrotas. Me enojo conmigo, pero miro hacia adelante».

Después Rama entra a boxes para unos ajustes. En realidad, habla de su vida fuera de las carreras. «Vivo en Lomas de La Tahona desde 2016. Surgió una oportunidad y me gustó. Ya tenía dos hijos. Entonces vivíamos en apartamento y me pareció buena la posibilidad de que ellos pudieran estar en más contacto con la naturaleza y el aire libre. Nos gustó también un colegio que se estaba inaugurando, el Ivy Thomas en Camino de los Horneros. Tengo además familiares cerca, en la Costa de Oro. Cerró todo y nos fuimos a vivir a Lomas. El ambiente me pareció muy bueno. Es una comunidad muy grande de muchos barrios, con parejas jóvenes, que estamos en la misma sintonía, con chicos de la misma edad. La zona está creciendo en forma impresionante y se está volviendo una linda comunidad».

De nuevo en la pista, para la la sexta vuelta, Fernando explica la diferencia entre un fórmula y un auto con techo. «Es una diferencia muy grande. El fórmula es un auto fabricado especialmente para correr, los de turismo nacen para circular en la calle y los equipos los transforman completamente para la competición. Los fórmula son más rápidos y potentes, allí se siente mucho más la carrera. Los autos con techo tienen más inercia, son más pesados, pero no dejan de ser atractivos por eso. Lo que más disfrutás es el karting y la fórmula. Un buen karting te transmite sensaciones que solo un auto de Fórmula 1 te da. Pueden ir a 160 km por hora, son motores fuertes, tienen freno de disco, han evolucionando mucho. Además, vas pegado al piso y te da unas sensaciones increíbles. Un kart pesa con piloto y todo 160 kilos y se va realmente rápido».

Ya en la séptima vuelta, habla de los riesgos de su actividad. «Es normal, el miedo siempre existe En la categoría que corro hoy no es tan riesgoso. Lo he superado mucho, no subo al auto con miedo. Cuando empecé no tenía miedo a nada. Una vez me pegué un golpe fuerte y empecé a tenerle respeto. Ahí aprendés a respetar la actividad. Gracias a Dios nunca me lastimé, sí tuve observaciones pero no fracturas».

La octava vuelta le permite evocar algunas carreras. «Por ejemplo, una por la Fórmula 3 Sudamericana en Piriápolis en 1998. Yo estaba ganando y a una vuelta del final se rompió una rótula del auto y quedó una rueda de adelante levantada. Cuando frenaba se apoyaba y me daba para doblar. Llegué con la rueda en el aire pero pude terminar la carrera, fue muy emotivo. No gané, creo que salí tercero. También definiciones de campeonato. Finales peleadas tuve varias, por ejemplo en 2012 fue hasta la última vuelta. Carreras en Estados Unidos, cuando gané el campeonato Mercosur de karting en San José… Siempre hay carreras especiales que uno recuerda».

La novena vuelta presenta otra de las enseñanzas de su pasión. «También aprendí y lo uso más allá de las carreras, es cuando pierdo no lloro mucho y cuando gano tampoco me río mucho. Trato de buscar un equilibrio. A veces algunos no me ven eufórico cuando gano o desanimado cuando pierdo, pero esa es la manera que tengo de vivir el deporte. De hecho, con el equipo hago más asados cuando no nos va bien, que cuando ganamos. El premio ya es haber ganado”.

La décima y última vuelta es su futuro en el automovilismo. «Quizás con el tiempo a veces no es fácil mantener la motivación bien arriba. La actividad empresarial cada vez me demanda más horas y más cabeza. Y no sé correr como hobby, lo es pero no lo puedo tomar así. Tengo que poner una energía muy grande en lo que hago y obviamente mis compromisos empresariales cada vez me consumen más tiempo y me complican para hacer el automovilismo con toda la energía. Eso te hace pensar muchas cosas para el futuro. En estos días decidiré si sigo corriendo en 2020. Pero eso no quiere decir que no siga vinculado a la actividad. De hecho me gustaría continuar en el equipo Peugeot, aunque sea apoyando a otro que corra, o trabajar en la categoría para colaborar con los que hoy están».

Ya está la bandera a cuadros, la carrera por hoy ha terminado. Pero ya vendrán nuevos desafíos para Fernando.

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